
No sé cuándo o cómo ocurrió, pero creí muchas mentiras sobre la fe cristiana cuando iba a la universidad, mentiras que me tomaría años reconocer y arrepentirme de ellas. A pesar de que ha pasado casi una década desde que me gradué, me he dado cuenta de que muchos cristianos en la universidad hoy en día tienden a creer estas mismas mentiras.
Aunque ciertamente no son únicas en los estudiantes, estas siete mentiras parecen especialmente presentes en esta etapa de la vida y deben ser identificadas.
1. “Tengo que hacer lo que sienta que es correcto o genuino”
Dios nos creó a su imagen para ser tanto racionales como emocionales. Pero cuando uno de ambos aspectos se impone al otro, no estamos actuando conforme a su imagen. Esta es la razón por la que la máxima autoridad de los sentimientos, las emociones, y la “autenticidad” para los jóvenes hoy en día es problemática. Las emociones tienen su lugar, pero pueden ser volubles y mentirosas. Lo que “se siente correcto” en nuestro corazón puede ser un engaño (Jer. 17:9). Aquello que parece “auténtico” o “genuino” no es necesariamente una fuente fiable de sabiduría. Cuanto antes aprendamos a evaluar críticamente nuestros sentimientos, más que a dejarnos llevar por ellos indiscriminadamente, mejor.
2. “Debo hacer algo extraordinario con mi vida”
Siendo honestos, lo que muchos de nosotros queremos decir realmente con esto es “quiero ser famoso”, “quiero ser viral”, o “quiero ser un influencer”. Pero esta actitud tiende a restarle importancia a las formas cotidianas y “ordinarias” de fidelidad—la madre soltera tratando de criar a sus hijos mientras tiene tres trabajos, el estudiante universitario a tiempo completo trabajando turnos nocturnos para pagar sus facturas, el perseverante pastor de un pueblecito que nunca consigue firmar un contrato para escribir un libro. ¿No son ellos extraordinarios también? Más que apesadumbrarse a sí mismos con la expectativa de la fama, la fortuna, y la influencia, los estudiantes universitarios cristianos deberían centrarse en la forma en la que la fidelidad ordinaria puede ser el más extraordinario llamado de todos.
3. “Dejaré de sentirme solo si me caso”
La gente soltera no tiene el monopolio de la soledad. La mayoría de los casados también se sienten solos en sus matrimonios en uno u otro momento. De hecho, si sentirse solo siendo soltero es difícil, sentirse solo estando casado puede ser todavía más desafiante. La mejor respuesta ante la soledad no es el matrimonio o la compañía; es encontrar nuestra completa satisfacción en Cristo y en nuestra unión con él (Sal. 17:15).
4. “Mi adicción al porno cesará cuando me case”
Muchos jóvenes creyentes piensan que su lucha con la pornografía desaparecerá cuando se casen. Pero las adicciones al porno no solo provienen de deseos sexuales reprimidos; provienen de deseos más profundos—de ser amados, aceptados, reafirmados—todos los cuales encuentran su máxima concesión en el amor de nuestro Padre por nosotros en Cristo (Mt. 11:28; Col. 3:1-4). Si no encontramos la libertad del porno en el evangelio antes de casarnos, este pecado sin duda causará estragos en nuestros matrimonios.
5. “Estoy demasiado ocupado para la iglesia esta semana”
La vida no se vuelve menos estresante u ocupada tras la universidad. Conozco a trabajadores de la banca que trabajan más de 90 horas semanales y rara vez, si alguna vez lo hacen, faltan a la iglesia los domingos. La realidad de los estudiantes universitarios ocupados es que casi siempre pueden estudiar de antemano, reprogramar reuniones, o irse a dormir un poco antes para hacer tiempo para la iglesia. La mayoría de nosotros fuimos estudiantes universitarios alguna vez. Todos sabemos desde la experiencia que si de verdad quisiéramos hacer tiempo para la iglesia, lo haríamos (He. 10:25).
6. “Daré el diezmo cuando consiga un trabajo de verdad o cuando termine de pagar mis deudas”
Esta es la realidad: si no ofrendo con sacrificio cuando tengo poco, no ofrendaré con sacrificio cuando tenga mucho. Para la mayoría de nosotros, rara vez habrá un momento en nuestras vidas en el que no tengamos deudas—ya sean por préstamos de estudios, deudas de tarjetas de crédito, o hipotecas del hogar. Si solo ofrendamos por abundancia, nunca ofrendaremos, ya que siempre estaremos en deuda. La ofrenda generosa debe ser cuestión de disciplina y de principios (Mc. 12:41-44), tengamos poco o mucho. Si no aprendemos esto desde el principio, nos costará priorizar el diezmo más adelante.
7. “La membresía en la iglesia es opcional para los estudiantes universitarios”
El concepto de membresía es ajeno a muchos estudiantes universitarios. Para complicar el asunto, algunos estudiantes pueden preguntarse por qué deberían procurar ser miembros de una iglesia a la que solo pueden asistir durante medio año de todos modos (y eso sin hablar de después de la graduación). Pero el criterio bíblico de la membresía en la iglesia ha quedado claramente establecido, y los estudiantes universitarios no son una excepción en la norma. Ya se trate de mantener una membresía única, una membresía temporal, una membresía auxiliar, o una membresía doble (todas las cuales pueden ser desarrolladas por tu iglesia en la universidad o por tu iglesia local, si son dos entidades separadas), nunca debemos pasar por alto nuestra constante necesidad de supervisión por parte de los ancianos de la iglesia.