Vivimos en una época en la que como cristianos quizá sintamos que hemos perdido la voz en la esfera pública. Dios se ha convertido en un tema privado, y casi nos sentimos culpables si hablamos de Él en público. Es importante que como Iglesia recuperemos tanto la confianza en el evangelio como la comunicación efectiva de las buenas noticias, que son las mejores posibles. Además, cuando hablamos de apologética, existe mucha confusión, ya que pensamos que se trata de presentar argumentos complicados, y que sólo es para expertos. Sin embargo, la Biblia nos presenta otro modelo. Al final, de lo que se trata es de comunicar nuestra fe en conversaciones con amigos y compañeros. ¿Cómo conseguimos tener buenas conversaciones que nos lleven al evangelio?
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